Ahora que estoy erguido lo comprendo…

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Rodrigo Soto Moreno

Sintió una pequeña molestia al erguirse, situación que le pareció normal, pues era la primera vez que lo hacía. Pero ese dolor valía la pena, pues se abrió ante sus ojos, una nueva perspectiva del paisaje de la madre naturaleza. Además, mirando sus manos con un poco de tierra, estiró sus dedos y las observó por ambos lados, cerró los puños, movió los pulgares, estiró los brazos y sonrió, con una sonrisa algo pícara, sabiendo que nuevas aventuras se avecinaban.

Ahora era necesario dar uno pasos en esa posición, nada sencillo, pues anteriormente el apoyar sus cuatro extremidades habían facilitado la tarea. Los primeros pasos resultaron frágiles y hacían que su cuerpo se tambaleara en una especie de vaivén, pensó en ayudarse con sus manos al recargarse en los pequeños arbustos y alguno que otro tronco de árbol que se iba encontrando mientras avanzaba.

De nuevo la sonrisa, ahora más abierta, más alegre, más honesta, mostrando algunos de sus dientes, un poco desgastados de morder carroña o de rasgar la carne de sus presas para ingerir el valioso alimento, así como de los pedazos de comida que se quedaban en su dentadura y la falta de higiene, pero eso no era importante, sino la sensación de caminar en dos extremidades y el observar el desafiante panorama de vegetación y animales que se postraban en su visión.

Se dirigió hacia la colina cercana y comenzó a subir, buscando alcanzar la cima para tener una mejor vista del paisaje. Divisó entonces la estepa llena de animales, las manadas de herbívoros comiendo hierbas, los carnívoros machos durmiendo y sus cachorros jugueteando, mientras las hembras preparaban la estrategia para cazar y proveer la comida. Era magnífico lo que veía y lo que absorbía de información. Por un momento se sintió superior a esas bestias, pues él era el único que podía caminar así, con sus piernas, aunque de forma torpe, estaba que lo llegaría a dominar y podría sacarles más provecho de lo que ahora obtenía.

Quiso poner a prueba su forma erguida y levantó la cabeza hacia el cielo, donde primero vio aves volando y se imaginó su satisfacción, al igual que la suya, sobre su posición privilegiada para observar todo ese retrato de la naturaleza y comprender el ciclo de la vida en su forma más pura y de cierta forma, más justa aplicando el esquema de ser más veloz para, por un lado atrapar una presa y por otro escapar de las garras y colmillos de la muerte, así como el estrés que eso conlleva. Esas aves seguro tenían mejor rango visual que él, pensó.

Pero se aventuró a ir más allá de las plumas de esas aves y se encontró con las nubes y pensó que debía haber algo que tuviera una mejor vista, un mejor panorama del que las aves ostentaban y por supuesto del que él mismo tenía y que muy probablemente ese o esas criaturas de las nubes, podrían comprender mejor el ciclo vital de vida y muerte. Nuestro personaje se estresó, sintiendo que debajo del vello prominente en todo su cuerpo, se le enchinaba la piel, saboreó ese momento de estrés combinado con un éxtasis de conocimiento que sus neuronas al disparar iban almacenando en su memoria, dentro de su cerebro.

Bajó la mirada y divisó una rama tirada, se agacho con algo de trabajo y la tomó con sus manos, rompió las ramas más pequeñas que salían de la parte principal, haciéndola más recta y manejable, tenía su primera herramienta, una especie de bastón primitivo que le ayudaba a dar sus pasos con mayor firmeza, mientras se acostumbraba a caminar en dos extremidades. Había transformado su ambiente, pensando que la vida sería ahora mucho más sencilla, al poder usar sus manos para fabricar herramientas que le daría una ventaja clara sobre otros homínidos y claro, sobre la mayoría de los animales.

Este era un punto de inflexión, un punto de bifurcación, un punto de transformación, pues se marcaba claramente un antes y un después de ese momento, en que dividía su caminata usando cuatro extremidades y ahora su caminata usando solamente dos de ellas. Nada sería igual a partir de este momento, meditó.  Seguramente vendrán tiempos felices y el estrés que tenía será aliviado por esta evolución de mi cuerpo, nuestro personaje pensó. Soy grande y más grande seré, al explotar mi potencial neural, de conocimiento adquirido gracias a mi experiencia, traducido en mi expresión artesanal y tecnológica, a través de mis manos que se encuentran libres ahora. Caminó ahora, con ayuda de su nuevo bastón, encontrando un tronco que parecía un asiento que lo invitaba no solo a sentarse, sino a relajarse, eliminar el estrés, así como meditar lo que acaba de suceder. Aceptó con gusto la meditación y tomó asiento, llevando su mano al rostro, acariciando su frondosa barba rojiza, sumergiéndose así a filosofar para determinar la siguiente estrategia para que con su inteligencia, volviera a transformar el medio ambiente.

Cuando me pongo a pensar en relación a la primera vez que tuvimos la audacia de dejar de utilizar las cuatro extremidades, para ahora usar solamente dos para caminar, me vienen a la mente descripciones como la que anteriormente plasmé en esas breves líneas. Seguramente fue un momento grandioso y marcó una diferencia, un antes y un después, en la historia de nuestra evolución como especie.

Hoy día seguimos viviendo momentos fantásticos, pues al igual que me imagino ese momento en que se abrió un nuevo horizonte al levantarnos en dos miembros, la manipulación que logramos con nuestras manos, auxiliadas del pulgar para pintar, esculpir, construir, escribir, entre muchas otras cosas, que cumpliendo órdenes del cerebro, contribuyen fielmente a seguir transformando nuestro medio ambiente.

Lo anterior se potencia, si hablamos de la ciencia y la tecnología, ya que los grandes avances en esos rubros, nos hacen que de nueva cuenta miremos hacia las alturas y tratemos de buscar al creador o creadores, con el fin no solo de encontrarlos, sino de cuestionarlos en sus designios, en sus creaciones, que al final de cuentas es una crítica disfrazada de nosotros mismos.

Pero al igual que nuestro amigo homínido, descrito en estas líneas, seguiremos viviendo momentos de tipo “Eureka”, conforme nuestro limitado conocimiento del cosmos continúe aumentando y podamos estar más cerca de nuestro origen y hacia dónde nos dirigimos. Todo esto, tomando en consideración, que en materia de ciencia, lo que hoy es, mañana puede modificarse, agregarse, simplificarse, o simplemente no ser y que los hombres se siguen irguiendo, cada ocasión en que un nuevo descubrimiento científico o aplicación tecnológica surge en el laboratorio o en el mercado, según sea el caso y que para cada uno de esos descubridores de ciencia o tecnología, sienten el mismo impulso de éxtasis, comprendiendo lo que experimentó ese homínido al lograr erguirse.

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