Acercándonos a emular la justicia en los primates…

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Pareciera como si la consigna fuese gritar a todos los vientos: “el hombre es el lobo del hombre”, ello a conciencia de la aparente falta de justicia en el mundo que habitamos, haciendo énfasis en nuestro país, estado, sociedad o comunidad. En este tenor resulta entonces “normal”, leer y escuchar noticias sobre el deterioro en las relaciones humanas, en donde se podría considerar que la razón ha cedido su lugar a la emoción desenfrenada, sin la moldura ética necesaria para nuestro comportamiento.

Pero al analizar este tema dentro de un trasfondo biológico evolutivo, me permití recordar escritos e investigaciones respecto al proceder de nuestros “primos”, denominados los chimpancés y otros primates, así como diferentes parientes con que contamos en el reino animal. En este punto cabe mencionar que nos encontramos emparentados con los seres vivos descritos, en más de un 90% y aunado a esto vale la pena replicar o emular comportamientos de esos familiares lejanos.

Entrando en tema, dentro del escrito de Eric Michael Johnson, titulado: “The Gospel of Wealth Fails the Inequity Test in Primates” publicado en Scientific American en diciembre de 2012, el autor nos habla de la tradicional percepción de un mundo injusto, dominado por la corrupción de los más poderosos y en el cual los seres humanos juegan el papel preponderante de sacar provecho de sus semejantes, sin importar el costo a pagar al lesionar o ser lesionados por la adicción de tener más dinero y más poder en sus manos, siempre aludiendo a la premisa de una evolución regida por la supremacía del más fuerte y equivocando la del más apto.

Sin embargo, Johnson, comenta en relación a esto diciendo que Charles Darwin efectivamente reconoció a la competencia como una variable importantísima en la evolución de las especies, pero no como único factor, sino que también habló acerca de la cooperación, la simpatía y la justicia como elementos clave en su visión global en el devenir de los seres vivos. Además nos recuerda que Darwin escribió en su libro, El Origen del Hombre, que “aquellas comunidades donde se incluyeron el mayor número de individuos simpáticos, prosperarán mejor y producirán el mayor número de descendientes”.

Lo anterior propone una cooperación grupal en miras de alcanzar objetivos en común, similar a lo expuesto por John Nash, pues se infiere que al trabajar por satisfacer las necesidades de cada individuo de una comunidad, se protegen los intereses de la cohesión del grupo, siempre y cuando no se lesione la percepción de equidad entre cada miembro. Para tener un poco más claro lo descrito, me gustaría exponer uno de los ejemplos referidos por Johnson.

En un primer experimento, llevado a cabo por Sarah Brosnan y sus colegas de la Universidad de Texas, se trabajó con 16 chimpancés, a quienes se les dieron unas muestras o “tokens” con el fin de intercambiarlos por comida (zanahoria versus uva). Una vez que estos individuos comprendieron el valor de cada token por un pedazo de alimento, se les llevó al laboratorio de pruebas, en donde fueron puestos en pares y en jaulas contiguas, con el fin de poder observar el comportamiento de su vecino.

En la primera vuelta del experimento, al primer chimpancé se le pidió un token a cambio de un poco de zanahoria, siguiendo el mismo procedimiento para su compañero de un lado. Sin embargo, cuando al primer chimpancé se le ofreció una uva, mientras que al segundo se le había dado una zanahoria, por el mismo valor de un token, fue entonces que este último no aceptó ese intercambio, pues es bien conocido que los primates prefieren los frutos dulces, en este caso las uvas. Es decir, aquí hablamos que cuando a uno de los individuos, del par de chimpancés, se le dio una uva y al otro una zanahoria, el segundo no aceptó ese pago como equitativo y exigió obtener una uva como resultado de ese intercambio económico.

Pero no todo terminó ahí, en otra ronda de experimentos estos chimpancés, en palabras de Johnson: “fueron más allá de un tradicional contrato social”, pues de acuerdo a 95 pruebas, aquellos primates que recibieron un premio mayor, al obtener la uva, fueron más predispuestos a rechazar la misma, al observar que a su compañero solamente se le había dado una zanahoria y había pagado con el mismo token. Increíblemente lo observado señala que estos “primos lejanos” de nuestra especie, cuentan con un aparente esquema desarrollado de equidad y justicia.

Aunado a esto algunos científicos piensan que los mismos chimpancés, así como otros primates como los bonobos, presentan grandes despliegues de altruismo por el simple hecho de sentirse satisfechos en hacerlo. Ejemplos de lo anterior han sido documentados por Brian Hare y Suzy Kwetuenda en el Congo y también por Alicia Melis y Michael Tomasello, en donde los chimpancés son capaces de sortear una serie de obstáculos y poner su vida en riesgo cuando se trata de ayudar a otro de su grupo y especie que no puede alcanzar un poco de comida o no puede valerse por sí mismo para alimentarse o ponerse a salvo.

Al final la conclusión es clara, debemos reconocer que dentro de nosotros existe un remanente evolutivo, compartido con esos parientes primates, en relación a la justicia que debe imperar en este mundo, particularmente dentro de las sociedades y comunidades que conformamos los seres humanos. Me refiero a que los problemas del mundo se reducirían si analizamos el premio recibido a cambio de cierto trabajo realizado, dependiendo si es uva o zanahoria, contra lo obtenido por otros que se desempeñaron igual; lo anterior parafraseando como lo dice Johnson, aunque en ocasiones tengamos que ceder parte de nuestra uva o pensar en no comerla en represalia y grito silencioso por la igualdad y justicia social.

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