Rodrigo Soto Moreno
En ocasiones, cuando me encuentro caminando en la estepa de asfalto, volteo a ver a los de mi especie y me pregunto el porqué de tanta inequidad, violencia, falta de cooperación y empatía que dificulta el dar el siguiente paso evolutivo para todos nosotros, perdiéndose en mi mente la solución razonable para aliviar estas carencias.
Sin embargo, cuando me encuentro literatura científica que sustenta que no todo está perdido y que la misma teoría evolutiva de Darwin nunca cerró la puerta para la supervivencia del más cooperativo o con mayor empatía, pienso que podemos volver a formular o agregar datos importantes al trayecto evolutivo que hemos seguido.
Tuve la oportunidad de estar en la conferencia de Frans de Waal titulada: “La era de la empatía” en donde el conferencista nos expuso claramente que la empatía, la cooperación, la equidad y el altruismo se encuentran impresos en los genes de los primates, especialmente en los chimpancés.
Dentro de la plática del doctor de Waal se parte de la vieja premisa que adoptó y popularizó Tomás Hobbes que dice en latín: “”Homo homini lupus” (el hombre es el lobo del hombre), en donde se parte de que el hombre en su esencia es malo y que en su encuentro y enfrentamiento con la naturaleza debe ser más proclive a una inteligencia maquiavélica que a una estrategia de buen samaritano.
El investigador de Waal, navegando a contra corriente, se opone a la creencia anterior e incluso argumenta en contra de Dawkins con su “gen egoísta” de que si hablamos de la genética humana, el comportamiento de nuestros hermanos los primates muestra signos claros de su inquietud en ayudar a otros, ser justos y cooperar en beneficio de su prole.
Incluso en doctor de Waal dijo una frase que para mí resume toda la discusión en la que podemos estar sumergidos y es: “que la moralidad es más vieja que la religión”, estableciendo que dentro de los genes de los primates se manifiesta la moralidad y que no emergió a raíz de la religión o como algunos otros creen, con la revolución francesa.
Para sustentar esto, de Waal nos ofrece una serie de videos y fotos muy ilustrativos, en donde en uno de ellos se habla de la cooperación animal en chimpancés y como éstos, al ofrecérseles comida en su cautiverio, comparten sin problema el alimento tanto machos y hembras, manteniendo una especie de equilibrio en la ingesta de comida en cada uno de los miembros y que todos saquen provecho del alimento, resolviendo el conflicto de forma cooperativa e igualitaria.
En otro video, mucho más llamativo, se puede observar como dos monos capuchinos que se encuentran en jaulas separadas, se les ofrece mediante una pequeña rendija una roca para que la devuelvan después y así puedan recibir alimento. Lo curioso es, que demostrando un amplio grado de equidad, el primero mono recibe la piedra, la manipula y la devuelve, dando pie a que el investigador le obsequie un pedazo de pepino, que en situaciones normales es bien recibido. Posteriormente, al segundo mono, se le ofrece la misma piedra, de igual forma la manipula y la devuelve, pero a éste se le da una uva en lugar del pepino, situación que se percata el primer mono. Continuando con el experimento, se le vuelve a dar la roca al primer mono y la devuelve, obteniendo otra vez un pedazo de pepino, dando paso a que se moleste, aventándole el pepino al experimentador y pidiéndole con la mano que se le cambie ese pepino por una uva como a su compañero. Es decir, estos monos cuentan con el sentido de la equidad, pues determinan que han hecho la misma tarea que su compañero y que no es justo recibir un premio diferente, pues un pepino para los dos está bien, pero una uva es más preciada por su azúcar y por ende el reclamo mencionado.
Otros casos, no mencionados en la presentación, pero que recuerdo en mi mente, es aquel donde se mencionan experimentos en donde primates se quedan sin comer, en protesta de que a su compañero y conocido amigo, en la jaula de al lado no se le da un trato igual en materia de alimento.
En otro momento de la presentación, se nos evidenció que los chimpancés muestran empatía cuando en una fotografía se observa a una hembra consolando con un abrazo a un macho, pues éste perdió una batalla con otro macho más fuerte y al comprender su dolor, la hembra lo abraza de similar forma que lo haría una esposa con su esposo ante algún fracaso obtenido.
De igual manera, me sorprendió también que algunos primates pueden reconocerse en un espejo, compartiendo esta característica con otros animales como los elefantes y los delfines. Hablando de los elefantes, también tuvimos la fortuna de ver experimentos donde razonan que deben trabajar en equipo para conseguir jalar una plataforma, de forma simultánea o se pierde la cuerda el otro extremo si uno de los elefantes jala antes, y así poder saborear la comida que vienen en dos recipientes de esa plataforma mencionada. Además de que fue muy revelador el caso del video donde una manada de elefantes se acerca a refrescarse a un manantial, pero de pronto uno de los pequeños cae y se hunde en el lodo adjunto, siéndole imposible salir del mismo y hundiéndose poco a poco cuando hace otro esfuerzo, ante ello, un grupo de hembras se da inmediatamente a la tarea del rescate, trabajando en equipo y con empatía, para que mientras una de ellas rasca para eliminar el lodo, otras empujan y jalan al pequeño elefante para sacarlo de ahí. Después de un gran esfuerzo y mucha coordinación, se logra felizmente el objetivo deseado.
El punto final de la presentación, a mi parecer, es que dentro de nuestra genética se encuentra el mecanismo de empatía, de cooperación, de equidad, mismo que nos debe trasladar del “homo homini lupus” (el hombre es el lobo del hombre) al “homo hominem iuvans” (el hombre en ayuda del hombre), siendo más parecidos a esos primates samaritanos, que desde la perspectiva del ADN vienen siendo nuestros primos…
