Rita Levi Montalcini

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En primer lugar me gustaría agradecer a mi amigo Gabriel Contreras por sus invitaciones a participar mediante estas colaboraciones, además de aplaudirle y felicitarlo por su tenacidad, creatividad y compromiso en sus labores periodísticas.

Entrando en tema quiero platicarles, un poco, sobre la vida de un personaje que me ha causado mucha admiración, recientemente, me refiero a Rita Levi Montalcini, neurocirujana italiana con ascendencia judía, increíblemente con más de 100 años de edad, teniendo 103 (de acuerdo a Wikipedia).

Entre sus muchos logros, aparte del de la longevidad, cuenta con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1988 y la National Medal of Science en 1987.

Pero lo que más me ha llamado de su vida, lo leí en su libro titulado: “Elogio de la Imperfección”, en voy a repetir lo que dice en la entrada de este escrito, en relación a un poema de William Butler Yeats.

“El intelecto del hombre ha de escoger entre la perfección de la vida y la del trabajo, y si elige la segunda, debe renunciar a una mansión celestial, y rabiar en la obscuridad. Cuando todo ha acabado, ¿qué queda? Con suerte o sin ella, el trabajo ha marcado: queda la perplejidad, la bolsa vacía, o por el día vanidad, por la noche remordimiento”.

Hablando entonces de este texto, captó mi atención el conocer como Rita Levi Montalcini, vivió en Italia, durante la época en que gobernaba Mussolini y por ende tuvo que enfrentar el miedo de ser enviada a campos de concentración, ya que tenía ascendencia judía, además de no poder realizar sus investigaciones de forma libre por esa terrible descalificación racial.

Otro punto interesante, pero triste, es conocer por palabras de la autora, que a las mujeres nunca se les daba el lugar que merecen, y se les tenía relegadas a labores del hogar y de la familia, impidiéndoles tener la dicha de ser profesionistas, además de reinas del hogar, aunque como lo dice Yeats, sea muy difícil ser exitoso en ambas empresas.

Aunado a esto, Levi Montalcini, nos comenta que en su tiempo, existían dos bachilleratos, uno para varones y otro para mujeres, obviamente el de los varones conducía hacia la universidad, pero el de las mujeres solamente terminaba ahí, pues era común, como lo dijimos, pensar que solamente los hombres debían estudiar para ejercer una profesión y ahí proveer sustento económico para el hogar y la familia.

Todo esto me recuerda los tiempos de mi bisabuela Ena, quien siempre vivió bajo la sombra de mi bisabuelo y que se liberó cuando este murió; situación que causó en mi mucha tristeza, pero hizo que mi bisabuela viajara por varias partes del mundo y pudiera respirar un aire más fresco. También aquí recuerdo cuando mi Madre me platica que mi bisabuela nunca la dejó cocinar, pues le aconsejaba que mejor estudiara y se graduara en medicina, cosa que logró con éxito al ser ahora doctora en Endocrinología.

El punto aquí es que Levi Montalcini se rebeló, en su tiempo, de las prácticas tradicionales y solicitando el permiso de su señor padre, se enroló en el estudio de la medicina, doctorándose como sabemos en Neurocirugía y obteniendo las grandes distinciones del Premio Nobel en Medicina en 1988 y la Medalla Nacional de Ciencias en 1987 por parte de los Estados Unidos.

Esto me lleva a pensar que debemos festejar y aplaudir la transformación de la sociedad, en donde se tiene igualdad de la mujer, además de que ejemplos como el de Rita Levi, deben ser motivo de orgullo y admiración para otras mujeres, que ojalá sean seducidas por el conocimiento y quieran estudiar algo relacionado a la ciencia y la tecnología.

En mi humilde opinión, pienso que mientras más acerquemos a las mujeres a la educación, sobre todo la científica y tecnológica, tendremos entonces más niños y niñas estudiando en las escuelas y en sus casas, que en la calle desperdiciando sus vidas y pensando erróneamente que hay que tener para ser y no correctamente que hay que saber para ser.

Al final, como dice Levi Montalcini, debemos hablar de nosotros como un elogio de la imperfección, porque distamos mucho de la perfección y que solamente entre nuestra lucha entrópica de orden y caos, aunado al acumular sabiduría, es que enviamos destellos de creatividad y sobresalimos momentáneamente entre otros de nuestra especie.

La conclusión de todo esto, es que como Rita Levi Montalcini, es de celebrar que tengamos más mujeres sean científicas, escultoras, pintoras, profesionistas, líderes de opinión, escritoras, poetizas, entre muchas otras cosas, además de ser, si así lo quieren, las reinas del hogar.

Espero que el ver ejemplos exitosos de este estilo, ayuden a otras mujeres a acercarse al conocimiento científico y sobre todo espero que mis genes egoístas, en Ena Camila, tengan el interés en abrirse camino en esta selva de asfalto, por medio del saber y de la excitación de procesamiento neuronal al adquirir nuevo conocimiento.

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