Imprinting (período crítico) o impresión (psicología)

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Wikipedia

Sabemos que somos una colección de material genético heredado por nuestra Madre y nuestro Padre, pero aunado a esto estamos conscientes que, sobre todo en los primeros años de vida, cada contacto con la naturaleza, así como con los miembros de nuestra especie en sociedad, sumado con la relación que guardemos con nuestros padres, van a influenciar directamente en la personalidad y definirnos en cierto ser humano que deambula en cierta comunidad y se relaciona socialmente.

Es decir, aparte de la genética, precargada en nosotros, cada bit y byte de información al que estamos expuestos en la vida diaria, nos va moldeando; además de crear una gran variedad de caminos posibles a elegir en nuestro devenir evolutivo, esto acentuándose en los primeros años de vida.

Agregando en este punto, me interesa comentar en relación al “imprinting” o impresión (desde el punto de vista psicológico), que se refiere, de acuerdo a Wikipedia, al periodo crítico y sensible de aprendizaje (en cierta edad o etapa particular) y usado por primera vez para explicar cuando un animal o persona aprenden características de cierto estímulo y que de ahí se puede decir que le fue impreso el mismo.

Siguiendo aquí, de acuerdo al artículo de Rachel Dvoskin, titulado: “Newborns Can Bond to a “Mother” from a Different Species” y publicado en Scientific American; en 1930, Konrad Lorenz, estudiando el comportamiento de los animales, desde una perspectiva psicológica, popularizó el tema de “impresión filial” o filial imprinting en inglés.

De acuerdo a Dvoskin, este investigador alemán, describió ese proceso como aquel en donde un animal aprende a reconocer las carácterísticas únicas de sus padres, particularmente las de su madre.

Todo esto, basándose en los trabajos de su mentor, Oskar Heinroth, quien estaba convencido que los estímulos sensoriales en las primeras horas y días de las crías, se estampaban o imprimían en el cerebro de esos animales. Hablando en este sentido, los animales al abrir los ojos, al nacer, y convivir con el primer ser que se les aparezca a primera vista, será entonces éste reconocido como su Madre o Padre biológico, aunque no lo fuese.

Lorenz confirmó y demostró lo anterior, cuando se presentó a unos gansos recién nacidos, conviviendo con ellos en las primeras horas de su vida, para que después lo siguieran a él a todos lados a donde fuese; pero sobre todo prefiriendo la compañía de otros seres humanos, en comparación a pasar tiempo con otros gansos que eran de la misma especie.

Este fue un ejemplo de la “impresión” o del “imprinting” entre diferentes especies y lo que ocurre, según explica Dvoskin, es que cualquier animal nacido relativamente independiente, es decir no dependiendo directamente del padre o madre para que le provea alimento o protección, debe ser capaz de discernir e identificar a sus padres, entre otros miembros presentes. Es por ello, en el caso de los gansos, que al nacer tienen la preferencia de seguir a individuos o cosas con ciertas características, como una cabeza o un cuello, pensando que esa o eso es su madre.

Lo más interesante, es que en ausencia de cierto estímulo, como lo dice de nueva cuenta Dvoskin en su escrito; prácticamente cualquier objeto puede ser motivo de confort para el animal recién nacido y aún más sorprendente es el caso, que después de dos horas de exposición al objeto, un ganso forma una preferencia muy ligada al mismo, evitando nuevos objetos y mostrando claros signos de angustia cuando el objeto “impreso”, es removido.

Cabe apuntar, como lo describe Dvoskin, que no se requiere una recompensa específica, para la impresión del objeto, como lo puede ser la comida o la calidez de un cuerpo. Incluso algunos investigadores señalan que ciertas formas y movimientos del objeto, tienen la capacidad de estimular la producción de endorfina en el cerebro del animal recién nacido y de ahí sentir el placer de la seguridad que emana de cualquier madre.

Para el caso de los seres humanos, quisiera comentar lo leído en el libro de Rita Levi Montalcini, que recientemente terminé. Ahí la ganadora del Premio Nobel de medicina, nos comenta textualmente lo siguiente: “el llamado periodo crítico o imprinting, que en el polluelo y en los mamíferos abarca los primeros días o semanas de vida, se prolonga en el hombre no solamente hasta la pubertad, sino toda la vida, desde que nace hasta que muere”.

Aparte nos dice Rita Levi: “el sistema ético y social al que el individuo se ve sometido cuando es joven, ya se trata del de tribus aisladas o civilizaciones occidentales y orientales más evolucionadas, determinan la conducta del joven y del adulto”.

Al ponernos a pensar un poco en todo esto, es totalmente cierto. Con cada relación social que mantenemos, desde que nacemos, hasta que morimos, con nuestros amigos, compañeros y conocidos, pero sobre todo con nuestros padres y familiares cercanos, van influyendo en la percepción y opinión que tenemos de la vida y de la naturaleza biológica y social que nos rodea.

Aquí entonces podemos hacernos varios cuestionamientos, por ejemplo:

La religión que profesamos, ¿surgió por convicción propia o fue impresa en nosotros?

Nuestro interés por cierto deporte o no, ¿surgió por gusto o fue impreso en nosotros?

Nuestra filiación partidista, ¿fue producto de un análisis exhaustivo en nuestra mente o impreso por influencias familiares o de amigos?

La lista de ejemplos puede ser interminable, pero lo importante es definir si realmente tuvimos opción de decidir o simplemente fuimos influenciados, e impresos, a lo largo de nuestra vida, por diferentes actores de la comedia humana del hombre.

Siendo entonces el reflejo no solamente de la reencarnación de nuestros padres en los genes, sino también en parte, de sus principios, valores, creencias, filiaciones políticas, identidad futbolística, entre muchas otras cosas; pero sobre todo somos el reflejo de sus ideas creativas o de sus mentes perversas, en la batalla que muchos se enfrentan , prefiriendo en mi caso, declarar que haya ganado la guerra el raciocinio, que escucha y aprende, sobre el fanatismo que solamente sabe de monólogos y no acepta diferentes propuestas, que para mi gusto, esa posición, debe estar destinada a perecer y colapsarse.

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